¿Eres una marionetilla de alguien?
¿A quién intentas impresionar?
Digo más. ¿Intentas impresionar a alguien constantemente?
Esperando que te diga lo bien que lo has hecho. Lo que vales. Lo mucho que le satisface.
A mí también me pasa a veces. Antes mucho. Ahora menos. Pero tengo que estar atento.
Tengo que estar muy atento.
Estar atento y recordarme que mi valía la decido yo. Que no tengo que impresionar a nadie más que a mi mismo. Y cumplir con mis expectativas. Confiar en mi criterio. Respetando siempre a los demás. Huelga decirlo.
Y decirme:
Nadie te está evaluando, muchacho.
Recientemente he descubierto que esto tiene mucho que ver con el entorno en que hemos crecido.
Claro.
Si cuando hacías algo bien te decían siempre ¡muy bien! ¡bravo! (Ojo aquí que digo siempre y luego vuelvo sobre esto) O te ponían unas notas que definían tu posición respecto a los demás, pues claro, es normal que ahora busques el refuerzo positivo externo constantemente.
Y que cuentes las cosas para que la gente vea todo lo que vales. ¡Oh Dios mío! Tantos máster, tanto sueldo, tanta facturación, tanto equipo, tanto coche, tanta casa, tanta responsabilidad, tanto tanto tanto… mammamiaaaa
He leído recientemente gracias a Sophia, acompañante de mi hija Luna en el día a día, un artículo interesante relativo a este tema, Cinco razones para dejar de decir muy bien1
No suscribo todo lo que dice, pero me parece muy interesante y, sobre todo, me ha hecho reflexionar mucho acerca de este tema y de otros que trataré en otra ocasión relativos a cómo vamos ahogando nuestra creatividad si permitimos que otros nos llenen la piscina de correcciones. ¿Acaso el dibujo que yo hago de un caballo tiene que ser como tú lo imaginas?
En fin, que me lío. Volvamos sobre el muy bien.
Cuando digo que siempre te reforzaban o te clasificaban es porque quiero puntualizar sobre el siempre.
En mi opinión, reforzar actitudes es positivo, sin embargo, reforzar sólo los logros creo que puede crear el monstruo del ego que somos todos. Del ego del malo. Del que se mide con los demás y busca posicionarse por encima y no mirar en horizontal. O se posiciona por debajo porque cree no ser suficiente.
Y también genera mucha frustración. Porque perseguimos el resultado sin buscar disfrutar del camino. Joder, qué brasa con disfrutar del camino, pero chico, es que es así.
Si un niño está tratando de subir por una escalera y sube un peldaño más cada día, hasta llegar a lo más alto pasada una semana, estamos acostumbrados a reforzar con ese ¡muy bien! ¡bravo! sólo el día que llega arriba.
Para mí es más interesante la actitud de perseverancia que el hecho de llegar arriba.
Ahí sí. Ahí, en las actitudes, veo importante el refuerzo.
Quiero reforzar la perseverancia frente al abandono. Quiero reforzar la positividad frente a la negatividad. Quiero reforzar el pensamiento crítico frente a la asunción. Quiero reforzar la autonomía frente a la dependencia.
Pero no evaluarlo.
Así que, con esto dicho, para.
Para y mírate.