¿Te suena ese refrán que dice coge buena fama y échate a dormir?
Bien.
Pues de esto voy a hablar.
Seguro que hay otro para la mala fama, pero no me lo sé y no lo voy a buscar. El asunto es que esta última es más difícil de eliminar. Lo que sí suele decirse y es muy cierto, es que cuesta años ganarse una reputación y minutos o incluso segundos echarla por tierra aunque este es otro asunto.
Es importante recordarse esto de forma recurrente y sentir la liberación y la responsabilidad que esto supone.
No eres lo que fuiste.
Quizás fueses una persona excelente en los deportes, pero eso no significa que lo sigas siendo.
Tal vez fueses una persona que estaba en buena forma física y que se cuidaba. Pero eso no significa que lo sigas siendo. Ni que comas salmón con aguacate dos veces a la semana y le hagas una foto significa que te cuides. Ni que pagues una cuota del gimnasio, ni que salgas a correr una vez cada mes. De verdad, no te engañes. Porque cuanto antes salgas de esa mentira antes podrás enmendarlo.
Huelga decir que esto aplica a cualquier aspecto de la vida. Que destacaras por tener ideas brillantes. O mejor aún, por llevarlas a cabo de forma brillante, no debe presuponer que ahora lo sigas haciendo. Ni que tú relación de pareja funcionase haciendo o dejando de hacer esto o lo otro. Hay que mantenerse siempre en movimiento, avanzando, retrocediendo , en definitiva, explorando. Pero no hay nada más peligroso que el sofá. El sofá entendido como tumbarte y pensar que ya lo has alcanzado y que no hace falta mantener el esfuerzo. Error.
Seguro que quien más quien menos hace esto de tumbarse con algún tema de su vida. Yo mis asuntos los tengo medio identificados, lo que no significa resueltos y sé que hay varios en los que me estoy durmiendo en los laureles. Lo que sí trato es de mantenerme atento porque eso te da en muchas ocasiones una aptitud muy importante.
¿Sabes cuál es? La humildad.
Esta cualidad te permite mantener el movimiento. Te hace caminar con los pies en la tierra. Relacionarte en horizontal y escuchar.
Conozco gente que así. De esa que piensa que es más lista que nadie. Y que si miras con un poco de perspectiva puedes ver cómo su entorno crece y esa persona, en el mejor de los casos no decrece y permanece. Lo que es equivalente a hacerse pequeñito, pequeñito, pequeñito. Aunque se vea a sí mismo como lo más grande e importante.
Esa egolatría equivale a poner unos espejos mirando para sí. Unos espejos que hacen a su vez de barrera hacia el exterior, por lo que pierde la escala relativa y sigue viéndose grande.
Por eso te lo cuento. Porque estoy viéndolo muy claramente en algunas situaciones cotidianas y lo cierto es que ser consciente me ayuda a estar alerta para no ponerme yo espejos alrededor y tratar de entender el mundo desde la humildad que brinda la variedad.
Tú que me lees, espero que me comprendas y que estos minutos que me has dedicado hayan servido para que entiendas mi visión acerca de este tema. No somos lo que fuimos, ni lo bueno ni lo malo, y esto representa una oportunidad constante.
Que tengas un feliz día,
I.