Hay que hacer las cosas desde el quiero y ante lo que aparentemente no se quiere y es inevitable, también, tratar de afrontarlo con un quiero.
Tenemos la costumbre (mala costumbre en mi opinión) de usar un lenguaje bastante duro con nuestra voluntad. Solemos decir tengo que hacer esto en lugar de quiero hacer esto.
En ocasiones, es normal, y tampoco digo que haya que hablar de manera antinatural o forzada. Lo que sí que es cierto que en la mayor parte de las ocasiones, decir tengo que hacer en lugar de quiero hacer, tiene unas implicaciones que pasan desapercibidas acerca de cómo se afronta dicha situación.
Así que, si al decir tengo que, por aquello de hablar con naturalidad, eres capaz de prestar atención y reforzarte, aunque sea internamente, que quieres hacerlo, muy probablemente tu enfoque y tu actitud cambiará. A mejor. Por supuesto.
Te invitará a sacarle el lado positivo.
A mirar la situación desde la cara brillante del prisma.