Cada momento es tuyo y de quién tú decidas. Está en tu mano esa decisión.
Si te paras a pensarlo, regalamos nuestro tiempo sin ningún miramiento cuando en realidad deberíamos tenerlo muy controlado. Es de verdad un bien limitado.
Seguro que has oído hablar de los ladrones de tiempo. Hay actividades, personas, cosas, aplicaciones… que nos quitan el tiempo. Nos lo quitan y no nos dan nada a cambio.
Al menos no en la misma medida que nosotros damos.
Esta descompensación debes erradicarla. Salvo que quieras desperdiciar tu tiempo. Seguro que has sentido que el tiempo se te escapa, que el día pasa y no sabes ni que has hecho, que los segundos de escurren como arena entre tus dedos. Es una clara señal de falta de control sobre tu tiempo.
Has dejado en manos ajenas tu tiempo si permites que te agenden una reunión en una semana en blanco. Esa semana debes ser tú quien, antes que nadie, marque qué espacios están ocupados. Reservados. Prohibidos. Para lo que sea. Para comerte una tostada de tomate en el bar de abajo, para meditar o para ir al podólogo. Pero debe ser así. Ese es el primer paso para controlar tu tiempo. Controlar tu agenda.
Si decides reservarte un espacio de tiempo, ese tiempo es tuyo y de quién tú decidas. No dejes que nadie más lo manipule ni te impida disfrutarlo.
¿A qué viene esto?
Escribo esto un miércoles, un miércoles en el que decido acompañar a mi hija en su escuela. En su escuela y no a su escuela.
Y digo he decidido porque es así. Decido estar aquí, rodeado de naturaleza y desconectado de todo lo que no sea aquí.
Tengo un rato bajo una sombra, y he querido escribir. Podría, o debería, que dirían otras personas, estar escribiendo y contestando correos electrónicos, redactando ofertas, reunido o cualquier otra cosa que se te venga a la cabeza.
Pero no.
Estoy aquí. Disfrutando de este momento.
Veo de vez en cuando a mi hija pasar correteando y disfrutando. Y para eso estoy aquí y ahora.
Estoy aquí por y para ella y por y para mí.
Si me necesita, estoy, si me necesito, estoy.
Ahora mismo soy y me siento dueño de mi tiempo. Ójala lo fuera siempre.
¿Quién es dueño de tu tiempo?