Puedes hacer lo que quieras, eres un ser libre.
No por eso libre de responsabilidad. No deben confundirse los conceptos. Pero tienes que buscar la vida que te permita sentirte en libertad.
Que cada momento que pueda ser agradable, sea agradable.
No conviertas momentos de disfrute en momentos de autoflagelación, ni de justificaciones con terceros, ni, por supuesto, contigo mismo.
Si el trabajo que tienes te permite salir a darte un paseo por el campo el lunes por la mañana, y eso te apetece, hazlo. No pienses en si otras personas están trabajando o no.
Ya claro, pero si todo el mundo hiciera eso, en realidad la cosa no funcionaría.
Efectivamente. Si todo el mundo se diera un paseo por el campo el lunes por la mañana, el campo estaría abarrotado de gente ese día y ya no sería, al menos para mí, un lugar agradable.
Pero es que el tema no es ese. Aquí de lo que se trata es de que cada uno aproveche sus momentos de disfrute de manera libre, sin remordimientos y sin reproches.
Si eres de esas personas que se da un paseo por el campo el lunes por la mañana porque su trabajo se lo permite, es posible que hayas experimentado algo. Y es sentir la necesidad de hacerlo casi ocultándoselo a tu entorno. Porque alguna vez lo has dicho y, de la misma forma que hay gente que lo admira o lo envidia de manera sana, hay quien te rebaja la experiencia por pura envidia. De la mala. Quien ridiculiza en cierta forma tu trabajo, tu ocupación o tus quehaceres tratando de hacerte ver que no es tan idílico como lo pintas. Que no es tan válido como piensas o que no tiene futuro.
¿Qué es eso de tener futuro?
Qué quieres que te diga. Las cosas son tan o tan poco idílicas como quieras que sean. Si a mí me apetece sentirme una persona afortunada por poder darme ese paseo, creeme que no voy a dejar en manos ajenas ese sentimiento.
Es cierto que no es tarea fácil, porque a la mínima que te sales del rebaño, vienen los pastores que tratan de devolverte al grupo bien directamente, con comentarios o afirmaciones sentenciosas, bien con la indiferencia, el más duro de los castigos.
Lo mejor, que todo esto te importe una mierda y hagas tu camino, con o sin el apoyo de quien pensabas que te apoyaría. Porque los humanos somos imprevisibles y quien menos te lo esperas te apoya y te hace tremendamente feliz y de quien más esperas te fustiga con el látigo de la indiferencia. Pero para estos últimos me he puesto el traje de cuero y disfrutaremos juntos de sus látigos.
En fin, eres libre. Haz tu camino.
Avanza, retrocede, sal del rebaño, vuelve al rebaño, busca otro rebaño o crea el tuyo y hazte pastor. Yo que sé.
Puedes hacer lo que quieras, eres un ser libre.
Feliz día,
I.
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